Bogotá. 08/09/2017.
Artículo escrito por el Dr. Emilio José Archila

La jurisprudencia de la Corte Constitucional, la ley y la actividad de la Superintendencia de Industria y Comercio han hecho mucho por la protección de los datos personales de los colombianos. Gracias a ello, quienes quieran recoger, acumular y manipular nuestra información necesitan de nuestra autorización expresa, previa e informada. Bien.

En otra orilla de las expectativas que tenemos, ahora como consumidores, está la legítima expectativa de que se ofrezcan bienes y servicios de las mejores calidades y precio posibles. Pero, además, que sean idóneos.

La idoneidad hace referencia a que el bien o servicio se acople lo más milimétricamente posible a las precisas y particulares necesidades de cada uno. Para lograrlo, obvio, los competidores necesitan conocer las expectativas de sus clientes, con ese mismo nivel de detalle.

En es escenario, quién no se ha sorprendido por el poder de “clarividencia” de la Red. Antes de emprender un viaje nos llega un mensaje ofreciendo las mejores ofertas de hoteles en nuestro destino, sitios que visitar o lugares donde comprar aquellas prendas que, “casualmente”, hacía poco estuvimos indagando en alguna página web. Y qué decir de las ofertas de libros que, según el mensaje, “te podrían interesar”, y no son pocas las veces en las que, efectivamente, nos interesan.

Sin embargo, no hay tal clarividencia, todos nuestros movimientos en la red son monitoreados, recolectados y analizados.

El big data es “el activo de información caracterizado por un volumen, velocidad y variedad tan altos que requieren de una tecnología específica y métodos analíticos para su transformación en valor”. La posibilidad que tienen varias empresas de procesar la inmensa cantidad de información que se genera en las redes, ha comenzado a generar preocupaciones en varias áreas del derecho.

Desde el punto de vista de la protección de datos personales, la información que generan las redes proviene de cada uno de nosotros quienes aceptamos los “términos y condiciones” para acceder a mucho del contenido que ofrece la red.

Pero la posibilidad de obtener y analizar toda la información que se mueve en la red ha permitido a las empresas entender los gustos de, no solo la generalidad, sino de cada uno de los consumidores, detectar tendencias y ofrecer al consumidor el producto o servicio que requiere.

Desde otro punto de vista, la posibilidad de analizar los datos de la red también ha dado la capacidad de predecir el comportamiento comercial de los competidores, con los peligros que esto tiene para la competencia.

En efecto, si bien tener la posibilidad de saber qué podría hacer comercialmente el competidor puede servir para reaccionar compitiendo, también puede ser el insumo perfecto para la conformación de carteles y el perfeccionamiento de acuerdos que restringen la competencia.

Esta realidad apareja un dilema para las autoridades y para cada uno de nosotros , sobre cuándo y dónde se deba trazar la línea del consentimiento para proteger la información personal y a partir de cuándo permitir ese acceso para que se nos beneficie con productos y servicios diseñados exactamente para nuestras necesidades, justo en el momento en que los precisamos.

*Acá también puedes leer el artículo en el diario La República.

 

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