Bogotá. 23/09/2017.
Artículo escrito por el Dr. Emilio José Archila
Recientemente la Superintendencia de Industria y Comercio decidió someter a vigilancia especial la venta de la boletería para el próximo partido de la Selección Colombia contra Paraguay. Esta decisión se tomó luego de que la autoridad iniciara una investigación en contra de Comercializadora de Franquicias S.A. -propietaria de la página web TicketShop- por supuestos abusos e irregularidades presentadas con la venta de la boletería de algunas fechas de eliminatoria al Mundial Rusia 2018.
De acuerdo a las averiguaciones preliminares adelantadas, se estima que por cada fecha se revendieron entre 4.000 y 17.000 boletas. Por lo cual, la SIC tomó una serie de medidas preventivas con el firme propósito de hacer el procedimiento mucho más transparente y que los tiquetes de entrada pudieran ser adquiridos directamente por los consumidores finales.
Una de las medidas tomadas por la autoridad administrativa para corregir este problema, consiste en el sorteo de 6.000 boletas destinadas exclusivamente a los “hinchas” barranquilleros. Para ingresar al sorteo, los interesados se deberán inscribir personalmente en el punto de venta Tu Boleta, quien ahora se encarga de la venta, con su documento de identidad. Si sale favorecido, tendrá derecho a adquirir hasta dos boletas de la localidad seleccionada.
Ahora, debo reconocer que las actuaciones desplegadas por la SIC han sido sumamente valiosas. Sin embargo, considero relevante preguntar si un sistema de sorteo es particularmente efectivo para corregir la reventa de boletas o si por el contrario puede mejorarse.
Sistemas como el sorteo diseñado por la SIC posee ventajas tales como que impone obstáculos al revendedor “profesional” en la medida que la compra efectiva de cada boleta queda sujeta a la aleatoriedad propia del sorteo. Así, por un lado, sería muy difícil determinar la cantidad de inscritos al sorteo, y por otro lado, no podría manipular -en principio- los ganadores. Sin embargo, esto no solucionaría del todo el problema pues los favorecidos van a encontrar que su tiquete tendrá un mayor valor en el mercado en razón a la dificultad para conseguirla – inscripción y rifa. Así las cosas, paradójicamente, el consumidor puede llegar a comportarse como revendedor. De ahí que se deben explorar otras medidas que permitan acabar de raíz con esta situación. Se podrían contemplar mecanismos como la subasta de boletas o la impresión del nombre del comprador en el tiquete.
No obstante, creo que el mecanismo de la subasta se enfrentaría a grandes dificultades técnicas y teóricas, permitiendo que únicamente impere el mayor poder adquisitivo de los participantes en la puja. Por lo cual, en principio, el procedimiento más simple y eficaz para acabar con esta práctica es la de imprimir los datos del comprador final en el boleto, de esta forma, no las podrá revender pues al ingresar al estadio, se verificará que el documento de identificación del portador coincida con la información consignada.
Esta medida no le representaría costos adicionales para los espectadores pudiendo comprar las entradas a precio de taquilla. Para nosotros los hinchas, que sufrimos y vivimos el partido, no hay nada más frustrante e injusto que no poder adquirir las boletas por estar agotadas o tener que pagarlas a precios exorbitantes. Ya que como decía Eduardo Galeano: “Rara vez el hincha dice: «hoy juega mi club». Más bien dice: «Hoy jugamos nosotros». Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música”. ¡Que viva la fiesta del fútbol en paz y con trasparencia!
*Acá también puedes leer el artículo en el diario La República.