Columna de opinión de David Toro Ochoa para Diario La República.
Febrero de 2020.

Desde el año 2010 en Colombia se empezaron a regular los precios de los medicamentos y, sin duda, esta medida ha sido percibida como favorable para la población en general. Incluso, la regulación de hace dos años que se dio frente a las pastillas anticonceptivas y algunos medicamentos psiquiátricos hizo que esta percepción favorable aumentara.

Sin embargo, la regulación de precios puede llegar a generar problemas y desventajas que en un primer momento son pasados por alto, y más ante los ojos del consumidor que siempre ve el proteccionismo y la intervención del Estado como algo que solo puede generar bienestar.

La realidad de las cosas es que la regulación excesiva puede generar una escasez en los productos que se ven sometidos a la misma. Esta escasez puede ocurrir, por ejemplo, por un aumento en la demanda del producto cuyo precio se reguló y la reducción de la oferta de este. En el caso de los medicamentos, esta situación se ha presentado. Así, se pudo ver cómo desde que entró en vigencia la regulación de los anticonceptivos, muchos de estos escasearon precisamente porque sus consumidores aumentaron, según lo manifestó la Directora de Asuntos Públicos de una multinacional a la revista Dinero .

Ahora, si bien los anticonceptivos resultan importantes para la salud pública por las implicaciones que tiene en temas de reproducción, embarazo adolescente y control poblacional, esta situación de escasez también se ha presentado frente a medicamentos que son necesarios para enfermedades arteriales, como por ejemplo ha ocurrido con “Betaloc Zok”, según algunos pacientes.

Al momento en que la regulación de precios de los medicamentos implica una disminución de los mismos, se entiende que el producto incrementa su valor frente a los consumidores, precisamente porque se hace más accesible y en esa medida pueden los consumidores entrar a satisfacer necesidades que anteriormente no podían por la “barrera” vía precio que existía. Esto significa que la demanda aumenta, sin que existan incentivos para que la demanda haga lo mismo, generándose así escasez.

En esa medida, y como alguien que apoya abiertamente el libre mercado, es necesario que, antes de tomar decisiones basadas más en el romanticismo de la intervención y el querer generar bienestar a toda costa, las autoridades analicen de manera constante las consecuencias que se puedan derivar de dicha intervención. Al respecto, se debe analizar si el mercado está preparado para soportar la regulación, específicamente si, al menos en el caso de los medicamentos, las empresas farmacéuticas se encuentran en la capacidad de cubrir toda la demanda que se generará como consecuencia de la intervención, en aras precisamente de que los consumidores no se vean afectados.

En fin, la mejor forma de combatir la escasez es dejando que el mercado sea lo más libre posible, permitiendo el establecimiento de precios conforme a la interacción entre oferta y demanda.

Destacado: La realidad de las cosas es que la regulación excesiva puede generar una escasez en los productos que se ven sometidos a la misma.

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